En el marco del impacto generado por las Tecnologías de la Información y la Comunicación cabe destacar que, en los últimos años, se ha evidenciado una aceleración en el intercambio global de bienes y servicios, lo que ha ido incrementando cada año la productividad de las empresas. Ha promovido, además, la reconceptualización del término marketing y ha suscitado el comercio electrónico y la venta de productos y servicios por internet.
En este sentido, el marketing se ha posicionado como un elemento necesario, estratégico y significativo en el mundo empresarial moderno, con el propósito de satisfacer las necesidades precisas y urgentes de las organizaciones que requieren de su implementación para impactar al consumidor final. Todo ello es logrado a través de estrategias de comunicación que se divulgan, en su mayoría, por las redes sociales.
Como es sabido, el marketing B2B, entre otras cosas, se ocupa esencialmente de la creación de contenido que le sea útil a las empresas u organizaciones que venden un producto o un servicio. En su proceso de expansión económica, este tipo de marketing ha mejorado el intercambio comercial y tecnológico y ha permitido impulsar y mejorar las ventas y el posicionamiento de una marca al interior de las empresas. En términos generales, el marketing B2B está orientado a descubrir las soluciones más óptimas para las diferentes organizaciones en términos de economía, tiempo, rentabilidad y valor añadido.
Cabe destacar que la transformación que ha venido experimentando la gestión estratégica de las organizaciones en entornos B2B requiere de una percepción renovada del marketing que debe ser analizada con detenimiento, con el fin de que se obtengan los resultados esperados en el tipo de negocio que se haya pretendido impactar. Para lograrlo es fundamental optimizar la eficiencia de las operaciones de marketing, ya que no siempre se evidencia un impacto inmediato; invertir en la experiencia del consumidor creando una memorable experiencia en el servicio al cliente; y, finalmente, establecer un flujo de crecimiento que permita adaptar estrategias diversas para conseguir resultados efectivos.
En definitiva, es primordial que las estrategias se propongan sobre la base de relaciones entre organizaciones que sean estables y productivas y que, además, se extiendan hasta los aspectos institucionales y se transformen en los valores que caracterizan a cada organización y que impactan de manera directa en el posicionamiento de la empresa y en la mente del consumidor.
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